La santificacion 4
La santificacion 4
D. Los tres aspectos principales de la santificación.
Aunque el Antiguo Testamento contiene una extensa revelación de la doctrina de la santificación, especialmente relacionada con la ley de Moisés e Israel, el Nuevo Testamento proporciona una clara visión de los principales aspectos de la santificación. El Nuevo Testamento considera tres divisiones de la doctrina:
1) santificación posicional,
2) santificación experimental,
3) santificación final.
1. La santificación posicional es una santificación y una santidad que se efectúa por Dios a través del cuerpo y la sangre derramada de nuestro Señor Jesucristo. Los creyentes han sido redimidos y purificados en su preciosa sangre; se nos han perdonado todos nuestros pecados y hemos llegado a ser justos por medio de nuestra identificación con Él; justificados y purificados. Ellos son los hijos de Dios. Y todo esto indica una separación y clasificación profunda y eterna, por medio de la gracia salvadora de Cristo. Está basada sobre los hechos de una posición que son una verdad para cada cristiano. De ahí que se dice que cada cristiano esta posicionalmente santificado y es un santo delante de Dios. Esta posición no tiene otra relación con la vida diaria del creyente que la de poder inspirarle a vivir santamente. De acuerdo a las Escrituras, la posición del cristiano en Cristo es el incentivo más poderoso para una vida de santidad.
Las grandes epístolas doctrinales observan este orden. Declaran primero las maravillas de la gracia salvadora, y entonces concluyen con una exhortación a los creyentes para que vivan de acuerdo a la nueva posición que Dios les ha concedido.
Ro. 12:1 Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.
Ef. 4:1 Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados,
Col. 3:1 Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.
No hemos sido aceptos en nuestros propios méritos; somos aceptados en el Amado. No somos justos en nosotros mismos: Él ha sido hecho nuestra justicia. No somos redimidos en nosotros mismos, sino que Cristo ha venido a ser nuestra redención. No somos santificados posicionalmente por la clase de vida que diariamente estamos viviendo; sino que Él nos ha sido hecho nuestra santificación. La santificación posicional es tan perfecta como Él es perfecto. Del mismo modo como Él ha sido puesto aparte, nosotros, los que estamos en Él, hemos sido puestos aparte.
La santificación posicional es tan completa para el más débil como para el más fuerte de los santos. Depende solamente de su unión y posición en Cristo. Todos los creyentes son considerados como « dos santos». Y también como «los santificados»
Hch. 20:32 Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios, y a la palabra de su gracia, que tiene poder para sobreedificaros y daros herencia con todos los santificados.
1Co. 1:2 a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro:
1Co. 6:11 Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.
He. 10:10, 14 En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre. Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.
Jud. 1:1 Judas, siervo de Jesucristo, y hermano de Jacobo, a los llamados, santificados en Dios Padre, y guardados en Jesucristo:
La prueba de que, a pesar de su imperfección, los creyentes están santificados y son, como consecuencia, santos, se encuentra en 1 Corintios. Los cristianos de Corinto vivían una vida no santa.
1Co. 5:1-2; 1Co. 6:1-8
Y, sin embargo, dos veces se dice que ellos habían sido santificados.
1Co.1:2; 6:11
Por su posición, entonces, los cristianos son correctamente llamados «los santos hermanos», y «santos». Ellos han sido «santificados por la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una sola vez» (He. 10:10), y son «nuevos hombres» creados «conforme a Dios en justicia y en santidad de verdad» (Ef. 4:24). La santificación posicional y la santidad posicional son santificación y santidad «verdaderas». En su posición en Cristo, el cristiano es justo y acepto delante de Dios para siempre. Comparado con esto, ningún otro aspecto de esta verdad puede tener igual importancia. Sin embargo, no debe concluirse que una persona es santa o santificada solo porque se diga que está en una posición santa o de santificación.
Aunque todos los creyentes están posicionalmente santificados, no hay referencias en las Escrituras a su vida diaria. El aspecto de la santificación y la santidad de la vida diaria se encuentran en un conjunto muy diferente de porciones de la Escritura que pueden asociarse bajo el tema de la santificación experimental.
2. La santificación experimental es el segundo aspecto de la doctrina en el Nuevo Testamento y tiene que ver con la santificación como una experiencia para el creyente. Así como la santificación posicional está absolutamente desligada de la vida diaria, así la santificación experimental está absolutamente desligada de la posición en Cristo. La santificación experimental puede depender:
a) del grado de rendición del creyente a Dios,
b) del grado de separación del pecado,
c) del grado del crecimiento espiritual.
a) La santificación experimental es el resultado de la rendición a Dios. La completa dedicación de nosotros mismos a Dios es nuestro culto racional: «Así que, hermanos, os ruego pon las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio viva, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional» (Ro. 12:1). Hacienda esto, el cristiano es puesto aparte por su propia elección. Esta es una voluntaria separación para Dios y es un aspecto importante de la santificación experimental. «Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación» (Ro. 6:22).
Lo mismo que en el caso de la justificación y del perdón, la santificación no se puede experimentar como sentimiento o emoción. Una persona puede disfrutar de paz y tener plenitud de gozo por creer que él está puesto aparte para Dios. Así también, par el hecho de rendirse a Dios, se hace posible una nueva plenitud del Espíritu, que produce bendiciones antes no conocidas. Esto puede suceder gradual a súbitamente. Peno en todo caso no es la santificación lo que se experimenta; es la bendición del Espíritu realizada a través de la santificación o de una separación para Dios.
b) La santificación experimental es el resultado de la liberación del pecado. La Biblia toma en cuenta los pecados de los cristianos de una manera completa. No enseña solamente que los que no tienen pecado son salvos; pon el contrario, existe una exacta consideración de ellos y una abundante provisión pana los pecados de los santos. Esta provisión puede ser preventiva y curativa.
Hay tres provisiones divinas para la prevención del pecado en el cristiano:
1) La Palabra de Dios con sus claras instrucciones.
Sal. 119:11 En mi corazón he guardado tus dichos,
Para no pecar contra ti.
2) el ministerio actual de intercesión que Cristo realiza desde el cielo.
Ro. 8:34 ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.
He. 7:25 por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.
Lc. 22:31-32 Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos.
Jn. 17:1-26 Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti; (2) como le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste. (3) Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. (4) Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese. (5) Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese. (6) He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra. (7) Ahora han conocido que todas las cosas que me has dado, proceden de ti; (8) porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste. (9) Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son, (10) y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos. (11) Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros. (12) Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese. (13) Pero ahora voy a ti; y hablo esto en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos. (14) Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. (15) No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. (16) No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. (17) Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. (18) Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. (19) Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad. (20) Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, (21) para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. (22) La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. (23) Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado. (24) Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo. (25) Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. (26) Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos.
Y
3) el poder capacitador del Espíritu que mora en el creyente.
Ga. 5:16 Así que les digo: Vivan por el Espíritu, y no seguirán los deseos de la naturaleza pecaminosa.
Ro. 8:4 a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu.
Sin embargo, si el cristiano cae en pecado, hay un remedio provisto por Dios, y es el oficio de abogado defensor que Cristo realiza desde el cielo en virtud de su muerte expiatoria. Solamente por este medio pueden ser guardados con seguridad los imperfectos creyentes.
Es imperativo que Dios prevenga el pecado en el caso de cada hijo suyo, por cuanto mientras el creyente esté en el cuerpo, conservará su naturaleza caída y será vulnerable al pecado.
Ro. 7:21 Así que descubro esta ley: que cuando quiero hacer el bien, me acompaña el mal.
2Co. 4:7 Pero tenemos este tesoro en vasijas de barro para que se vea que tan sublime poder viene de Dios y no de nosotros.
1Jn. 1:8 Si afirmamos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y no tenemos la verdad.
Las Escrituras no prometen la erradicación de esta naturaleza; en cambio, promete una victoria permanente, momento a momento, por el poder del Espíritu.
Ga. 5:16-23 Así que les digo: Vivan por el Espíritu, y no seguirán los deseos de la naturaleza pecaminosa. (17) Porque ésta desea lo que es contrario al Espíritu, y el Espíritu desea lo que es contrario a ella. Los dos se oponen entre sí, de modo que ustedes no pueden hacer lo que quieren. (18) Pero si los guía el Espíritu, no están bajo la ley. (19) Las obras de la naturaleza pecaminosa se conocen bien: inmoralidad sexual, impureza y libertinaje; (20) idolatría y brujería; odio, discordia, celos, arrebatos de ira, rivalidades, disensiones, sectarismos (21) y envidia; borracheras, orgías, y otras cosas parecidas. Les advierto ahora, como antes lo hice, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. (22) En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, (23) humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas. (24) Los que son de Cristo Jesús han crucificado la naturaleza pecaminosa, con sus pasiones y deseos. (25) Si el Espíritu nos da vida, andemos guiados por el Espíritu.
Esta victoria será realizada cuando se la reclame por fe y se cumplan las condiciones necesarias para una vida llena del Espíritu.
Jamás se dice que la naturaleza pecaminosa misma haya muerto. Fue crucificada, muerta y sepultada con Cristo; pero puesto que esto sucedió hace dos mil años y aún la vemos en acción, la expresión se refiere a un juicio divino contra la naturaleza pecaminosa que fue ejecutado en Cristo cuando Él «murió al pecado». No existe una enseñanza bíblica en el sentido de que algunos cristianos han muerto al pecado y otros no. Los pasajes incluyen a todos los que son salvos.
Ga. 5:24 Los que son de Cristo Jesús han crucificado la naturaleza pecaminosa, con sus pasiones y deseos.
Col. 3:3 pues ustedes han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios.
En la muerte de Cristo todos los creyentes han muerto al pecado; pero no todos los creyentes han tomado posesión de las riquezas provistas en aquella muerte. No se nos pide que muramos experimentalmente, o que pongamos en práctica su muerte; se nos pide que nos «consideremos» muertos al pecado. Esta es responsabilidad humana.
Ro. 6:1-14 ¿Qué concluiremos? ¿Qué vamos a persistir en el pecado, para que la gracia abunde? (2) ¡De ninguna manera! Nosotros, que hemos muerto al pecado, ¿cómo podemos seguir viviendo en él? (3) ¿Acaso no saben ustedes que todos los que fuimos bautizados para unirnos con Cristo Jesús, en realidad fuimos bautizados para participar en su muerte? (4) Por tanto, mediante el bautismo fuimos sepultados con él en su muerte, a fin de que, así como Cristo resucitó por el poder del Padre, también nosotros llevemos una vida nueva. (5) En efecto, si hemos estado unidos con él en su muerte, sin duda también estaremos unidos con él en su resurrección. (6) Sabemos que lo que antes éramos fue crucificado con él para que nuestro cuerpo pecaminoso perdiera su poder, de modo que ya no siguiéramos siendo esclavos del pecado; (7) porque el que muere queda liberado del pecado. (8) Ahora bien, si hemos muerto con Cristo, confiamos que también viviremos con él. (9) Pues sabemos que Cristo, por haber sido levantado de entre los muertos, ya no puede volver a morir; la muerte ya no tiene dominio sobre él. (10) En cuanto a su muerte, murió al pecado una vez y para siempre; en cuanto a su vida, vive para Dios. (11) De la misma manera, también ustedes considérense muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús. (12) Por lo tanto, no permitan ustedes que el pecado reine en su cuerpo mortal, ni obedezcan a sus malos deseos. (13) No ofrezcan los miembros de su cuerpo al pecado como instrumentos de injusticia; al contrario, ofrézcanse más bien a Dios como quienes han vuelto de la muerte a la vida, presentando los miembros de su cuerpo como instrumentos de justicia. (14) Así el pecado no tendrá dominio sobre ustedes, porque ya no están bajo la ley sino bajo la gracia.
Toda victoria sobre el pecado es en sí misma una separación hacia Dios y, por lo tanto, es una santificación. Esa victoria debiera ir en aumento a medida que el creyente se va dando cuenta de su incapacidad y comienza a maravillarse en el poder divino.
c) La experiencia de la santificación está relacionada con el crecimiento cristiano. A los cristianos les falta madurez en la sabiduría, el conocimiento, la experiencia y la gracia. Se les dice que deben crecer en todas estas cosas, y ese crecimiento debe sea manifiesto. Deben «crecer en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo» (2 P. 3:18). Al contemplan la gloria del Señor como en un espeja, «somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, coma par el Espíritu del Señor» (2Co. 3:18). Esta transformación tendrá el efecto de ponerlos cada vez más lejos del pecado. En ese sentido serán más santificados.
El cristiano puede ser «irreprensible», aunque no se puede decir que no tiene faltas. El niño que con mucho trabajo hace sus primeras letras en un cuaderno es irreprensible en la tarea realizada, pero su trabajo no es perfecto. Podemos caminar en la medida completa de nuestro entendimiento actual; sin embargo, sabemos que no vivimos a la altura de la mayor luz y experiencia que tendremos mañana. Hay perfección dentro de la imperfección. Nosotros, siendo tan imperfectos, tan faltos de madurez, tan dadas al pecada, podemos «permanecen en Él»
3. Santificación definitiva es aquel aspecto relacionado con nuestra perfección final, y la poseeremos en la gloria. Por su gracia y par su poder transformador, Él nos habrá transformada de tal modo —espíritu, alma y cuerpo— que seremos coma él es, seremos «conformados a su imagen» Entonces nos hará entrar «perfectos» en la presencia de su gloria. Su esposa estará libre de toda «mancha y arruga» Por lo tanto, es propia que nos «abstengamos de toda apariencia de mal. Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo»
1Ts. 5:22-23 eviten toda clase de mal. Que Dios mismo, el Dios de paz, los santifique por completo, y conserve todo su ser –espíritu, alma y cuerpo– irreprochable para la venida de nuestro Señor Jesucristo.
PREGUNTAS
1. ¿Por qué es necesario tener una comprensión correcta de la doctrina de la santificación?
2. ¿Cuál es el sentido básico de la santificación en las Escrituras y qué palabras se usan para expresarla?
3. ¿Cuáles son los peligros de interpretar la doctrina de la santificación por la experiencia?
4. ¿Cómo se puede relacionar adecuadamente la doctrina de la santificación con otras doctrinas bíblicas?
5. ¿Hasta qué punto se menciona en la Biblia la santificación en sus diversas formas?
6. ¿Implica la santificación una perfección total en relación al pecado, a una decisión de llegar a la santidad?
7. ¿Hasta qué punto está relacionada la santificación con la calidad de nuestra vida cotidiana?
8. ¿Por qué la santidad no está sujeta a progresos?
9. ¿En qué sentido se dice que Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo santifican a las personas?
10. ¿En qué sentido santifica Dios los días, lugares y cosas?
11. ¿En qué sentido puede un hombre santificar a Dios?
12. ¿En qué sentido puede un hombre santificarse a si misma?
13. ¿.Es posible que un hombre santifique personas y cosas?
14. ¿Cómo puede una cosa santificar a otra cosa?
15. ¿Cómo se relaciona la santificación a la purificación de un objeto, en sus diversos usos?
16. ¿Cuáles son los tres aspectos importantes de la santificación?
17. ¿Cómo se efectúa la santificación posicional?
18. ¿Cuál es la relación entre santificación posicional y vida santa en las epístolas doctrinales?
19. ¿Hasta qué punto está la santificación posicional inmediatamente completa para cada hijo de Dios?
20. ¿Cuál es la diferencia entre santificación experimental y santificación posicianal?
21. ¿De qué factores depende la santificación experimental?
22. ¿Qué relación han entre Ia rendición a Dios y la santificación experimental?
23. ¿Qué relación hay entre la santificación experimental y las emociones?
24. ¿Cuál es la relación entre la santificación experimental y la liberación del pecado?
25. ¿Cuales son las tres provisiones de Dios para que el cristiano pueda prevenir el pecado?
26. Hacer un contraste entre el método divino pana la liberación del pecado con el método sugerido de la erradicación de la naturaleza pecaminosa del hombre.
27. ¿Es verdadero afirmar que algunos cristianos han muerto al pecado y otras no?
28. ¿Que significa el mandamiento de que nos «consideremos» muertos al pecado?
29. ¿En qué forma está relacionada la santificación experimental con el crecimiento cristiano?
30. ¿Cuál es la diferencia entre afirmar que un cristiano es «irreprensible» y afirmar que es perfecto?
31. Hacer un contraste entre nuestra experiencia actual de santificación y nuestra santificación definitiva en los cielos.
32. Hacer un contraste entre la posición y estado espiritual actual del creyente y su posición y estado en el cielo.