La diferencia entre justo, justicia y justificación radica en sus usos y significados tanto en contextos cotidianos como teológicos.

Justo: Se refiere a la persona que actúa conforme a la ley, la moral, o un estándar de rectitud. Es alguien que es equitativo y que obra de manera correcta. En términos bíblicos, un justo es alguien que vive de acuerdo con la voluntad de Dios, cumpliendo con sus mandatos. En el Nuevo Testamento, por ejemplo, se dice que José, el esposo de María, era un hombre justo (Mateo 1:19).

Justicia: Es la cualidad o virtud de ser justo. Es el principio por el cual se da a cada uno lo que le corresponde, basándose en la equidad, la ley o la rectitud. En el ámbito teológico, la justicia de Dios se refiere a su perfección moral y su capacidad para juzgar rectamente. En un sentido bíblico, la justicia es el estándar divino de santidad y rectitud. La justicia de Dios se manifiesta tanto en su juicio como en su misericordia, y es el estándar por el cual Él juzga a la humanidad.

Justificación: Este término es más técnico en la teología cristiana, refiriéndose al acto por el cual Dios declara justo a una persona, no por sus obras, sino por la fe en Jesucristo. Es un concepto clave en la doctrina de la salvación, especialmente en la teología protestante. La justificación es un acto de gracia mediante el cual, a través de la fe, Dios otorga al creyente la justicia de Cristo, haciéndolo “justo” delante de Él. En Romanos 5:1, se dice: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”.

En resumen:
Justo: Persona que vive de acuerdo con los principios de rectitud o moralidad.

Justicia: Cualidad de ser justo o actuar de manera equitativa; en teología, es el estándar divino de rectitud.

Justificación: Acto por el cual Dios declara justo a una persona a través de la fe en Cristo, independiente de sus obras.