Ellos le Dieron Sus vidas(Devocional)
Ellos le Dieron Sus vidas(Devocional)
Ellos le Dieron Sus vidas
“Es fácil amar al prójimo y amar a tus amigos y amar a tu familia. El milagro ocurre cuando amas a tus enemigos.” [4] Lee Hixon, un misionero del Hospital Bautista Jibla
“Este (francotirador) no les quito la vida; ellos escogieron dar sus vidas” [5] John Brady, Líder regional del Comité Internacional de la Misión para África Norte y Medio Oriente.
Hace algunos años, leí un libro popular escrito para atraer a jóvenes al campo misionero. Prometía aventura, buen compañerismo, y crecimiento espiritual a través de misiones a corto plazo. Vea que mundo, le esta llamando. ¡Viaje para Dios!
Astuto mercadeo. Naturalmente, muchos respondieron al excitante llamado.
Pero el llamado de Dios es diferente. El no atrae a Sus siervos con promesas de diversión y placer. En vez de eso nos advierte a “Sopesar el Costo” y resistir al impulso natural para buscar el sentimiento de buenas experiencias. El busca discípulos que le amen mas que al mundo – que esten dispuestos a compartir Sus sufrimientos y seguirle doquiera. Muy pocos podrán responder a Su llamado, pero aquellos que si comparten el gozo que no puede ser comparado con las emociones y entretenimientos del mundo.
Martha Myers, la doctora misionera asesinada en Diciembre 30, 2002, conoció eso bien. Ella no temió a la muerte cuando Dios la envió a un País de Musulmanes el cual era hostil al cristianismo. Ni huyó cuando en Yemen se le mostró que era un refugio para militantes Musulmanes, incluyendo miembros de Al-Qaeda.[1] En vez de eso, ella vió a las personas pobres y desesperanzadas en necesidad desesperante de cuidado medico y hambrientos del amor de Dios.
La intensidad y presión del trabajo en la clínica no le impedía alcanzar a las personas más distantes en su “Tiempo libre”. Conduciendo un Toyota Land Cruiser en caminos sucios y pedregosos de villa en villa, ella ofreció ayuda, esperanza, medicina y tratamiento a los pobres a través del camino. “Doquiera ella se detenía en el camino, las personas se aglomeraban alrededor de ella, y ella escribía prescripciones y mantenía la cordura,” [2]decía su padre, Dr. Ira Myers.
El Dr. Myers sabía que su seguridad estaba en las manos de Dios. Cuatro años antes, un grupo de hombres armados secuestraron su Toyota y la escondieron debajo de una sábana en el baúl del auto. Cuando ellos la amenazaron con matarla por hablar la verdad, ella contestó, “¡Bueno, estaré en el cielo!”[2]
Confiando en Dios, ella no tenía nada que temer. Ni a los militantes musulmanes, a los ladrones de carretera o cualquier otro peligro amenazante en la vida le quitaba su paz en Cristo. Aunque amigos y familiares le advirtieron, “ella solo dependía del Señor para que cuidase de ella,” dijo su padre.[2]
Sus 24 años de ministerio en Yemen terminaron cuando Abed Andel Razzak Kamel, un militante islámico armado con una pistola semi-automática penetró abruptamente en el humilde hospital Bautista de Jibla el cual atendía aproximadamente 40,000 pacientes al año. Interrumpiendo una reunión temprana en la mañana, el hombre disparó a la muy amada cirujana junto a otros dos misioneros, Hill Koehn y Kathy Gariety. El hombre luego dijo a la policía que el los había asesinando para “Limpiar su religión y acercarse mas a Alá.”[1]
Los misioneros sobrevivientes fueron rápidos en perdonar al asesino. “Mis amigos [en el hospital] quieren que sepas que no guardan ningún resentimiento contra el asaltante,” dijo la Dr. Judy Williams. “Ellos quieren que el sepa que les perdonan y que desean que el conozca el perdón de Dios.”[3]
“Es fácil perdonar porque conozco su corazón hacia las personas,” añadió su cuñado Mark Kingery, en casa en Alabama.
Las personas a las cuales ellos habían servido fueron devastadas por sus muertes. Los trabajadores del hospital de Yemen construyeron ataúdes para Koehn y Myers, cavaron sus tumbas y bajaron los cuerpos ellos mismos a la tierra.
“Este es mi padre,” dijo uno de los trabajadores del hospital de Yemen, refiriéndose a Hill Koehn, el administrador asesinado. “Tengo que hacer esto.”
Cientos de Yemenes se reunieron en el hospital el 1ero. De Enero para el servicio memorial, mientras que muchos otros hicieron hileras en los caminos hacia el hospital. “Algo esta pasando en el corazón,” dijo uno de los yemenes.[4]
Eso no es sorprendente. El había sido tocado por el sacrificio de amor desinteresado de Dios el cual ha cambiado a los corazones por mas de 2000 años.
“Las personas aquí quienes nos aman son diezmados aun mas de lo que somos nosotros, porque ellos no ven el gran cuadro,” dijo Kaye Rock, otro compañero misionero. “Pero la Biblia dice que ‘precioso son ante los ojos del Señor la sangre de Sus santos’. La Iglesia esta construida en la sangre de los mártires, y cualquiera de aquellas tres personas gozosamente hubieran dado su vida por eso.”[5]
“Ellos libremente escogieron dar sus vidas para servir a las personas de este país,” dijo Dr. Williams. “Y aunque sus vidas en la tierra han terminado, nada les fue tomado de ellos que ellos no hayan entregado libremente.”[3]
La reacción natural a las amenazas es huir a un lugar seguro. Pero esa no es una opción para aquellos que han confiado a Dios sus vidas. “No podemos permitir que alguien con un arma nos atemorice a hacer algo que Dios desea que nosotros hagamos.” dijo Kaye.[5]
“Nos han rogado que no nos [vayamos],” dijo Lee Hixon, otro colaborador. “Muchos [yemenes] consideran a estos amigos como familia.” Confiando que Dios esta en control, el sabe que “el llamado de Jesucristo de tomar el evangelio personalmente a los individuos dolientes sobrepasa los riesgos de vivir en un país como Yemen.””[4]
Así que el y otros se quedaran hasta que Dios los saque de allí. Después de todo, es en estos lugares difíciles que el Amor de Dios llega a ser más visible. Como hemos visto en China, nada esparce las buenas nuevas de Dios – y filtra las seductores falsificaciones – más efectivamente que la persecución. Pues
“…Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, que estamos
·atribulados en todo, mas no angustiados
· en apuros, mas no desesperados
·perseguidos, mas no desamparados
· derribados, pero no destruidos
…llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos.” 2 Corintios 4:7-10
Tal como Quinto Tertuliano escribió en el Siglo II [inicios del tercero]:
“La sangre de los mártires es la semilla de la Iglesia.”