El ayuno es una práctica que tiene un lugar significativo en la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. No obstante, la necesidad de ayunar y cómo debe practicarse pueden variar según la interpretación de las escrituras y las tradiciones de diferentes denominaciones cristianas.

Antiguo Testamento: En el Antiguo Testamento, el ayuno era una forma de mostrar arrepentimiento y buscar la misericordia de Dios. Ejemplos incluyen el ayuno de Moisés en el monte Sinaí (Éxodo 34:28), el ayuno de David por la enfermedad de su hijo (2 Samuel 12:16), y el ayuno del pueblo de Nínive tras la predicación de Jonás (Jonás 3:5).

Nuevo Testamento: Jesús mismo ayunó durante 40 días en el desierto (Mateo 4:1-2) y enseñó sobre el ayuno en el Sermón del Monte, destacando que debe hacerse de manera discreta y con un corazón sincero (Mateo 6:16-18). Además, los primeros cristianos ayunaron en momentos de toma de decisiones importantes y búsqueda de la guía del Espíritu Santo (Hechos 13:2-3).

Sin embargo, no se muestra como un mandato obligatorio, sino más bien como una práctica voluntaria y personal que debe hacerse con la actitud correcta y el propósito adecuado.

Ya que una mala enseñanza referente al propósito del Ayuno. Puede traer pensamientos contrarios, por ejemplo:

Si dos están orando a Dios, pero uno ayuno y el otro no, muchas veces podemos pensar que debido al ayuno puede conseguir más fácil lo que pidio, frente a aquel que no ayuno.. y eso es incorrecto.

Ya que Todo es debido a la voluntad de Dios y no base a lo que nosotros hagamos.. es importante hacerlo claro que sí. Pero hacerlo de con la intensión correcta.

Hasta aquí mi opinión