DEVOCIONAL 6 DE JULIO
DEVOCIONAL 6 DE JULIO
- LA ZARZA ARDIENTE
David Wilkerson (1931-2011)
Moisés estaba solo en el Monte Horeb, pastoreando a las ovejas de su suegro cuando un extraño evento captó su atención: un arbusto estaba en fuego. Cuando se adelantó para ver más de cerca, Dios lo llamó para que se alejara de la zarza.
“Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema. Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza” (Éxodo 3:3-4).
Dios estaba presente en la zarza y por eso estaba ardiendo, pero no se consumía. Era una representación visual de la santidad de Dios.
El Señor le dijo a Moisés: “No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es” (Éxodo 3:5). La mayoría de nosotros pasa por alto este versículo sin comprender su tremenda profundidad de significado. Y tiene todo que ver con la forma de ser santo.
Verás, Moisés estaba a punto de ser llamado al propósito eterno de Dios para su vida: Liberar a Israel de la esclavitud. Pero primero Dios tuvo que mostrarle a Moisés el terreno sobre el cual él, el Señor, nos recibe. Tiene que ser tierra santa. En resumen, Moisés estaba siendo llamado a una comunión cara a cara con un Dios santo, y él tenía que estar debidamente preparado para ello.
Moisés tuvo miedo cuando Dios le habló: “Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios” (Éxodo 3:6). ¿Por qué tenía miedo? ¡Porque recibió una revelación del asombroso terreno sagrado en el cual somos recibidos por Dios!
El Nuevo Testamento contiene un versículo correspondiente: “A fin de que nadie se jacte en su presencia” (1 Corintios 1:29).
Este versículo de Pablo no es sólo una verdad del Nuevo Testamento. También era verdad en los días de Moisés. Moisés tuvo que saber por sí mismo que la obra de Dios no se logra a través de la capacidad humana, sino por la confianza y la dependencia totales en el Señor. La santidad no es algo que podamos alcanzar o resolver. Más bien, es algo que creemos por fe y confiamos en la obra de Jesús.
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1 Respuesta
Cuando era niño, siempre me pregunté: ¿Por qué Moisés tuvo que quitarse el calzado cuando se encontró con Dios en la zarza ardiente? ¿Qué tenía el calzado de especial? ¿Era por los materiales de los que estaban hechos? ¿Existe algo místico entre el calzado y la comunicación con Dios? En Josué 5:15, también se le ordena quitarse el calzado. ¿Por qué?
Para entender esto mejor, es importante señalar que el calzado en tiempos bíblicos generalmente estaba elaborado de piel de animales. Los zapatos simbolizan la separación entre el ser humano y la tierra y representan la supremacía y el dominio del hombre sobre la naturaleza. Quitar los zapatos, por lo tanto, era un acto de reconocimiento de la santidad del lugar y de sumisión a la presencia divina. Moisés se despoja de cualquier signo de superioridad, mostrando humildad y reverencia ante Dios. En la presencia divina, todos son iguales, y este acto es una muestra de respeto y reverencia.
La humildad es un aspecto central de este acto. Cuanto más cerca estamos de Dios, más humildes y modestos debemos ser. En la tradición judía, esto se ve reflejado en diversas prácticas. Por ejemplo, los cohanim, los sacerdotes, se quitan los zapatos al dar la bendición al pueblo para mostrar que en ese momento no se consideran superiores, sino simples vehículos de la bendición divina. Cubrirse con el talit y ocultar sus rostros es otra expresión de respeto y reverencia ante la presencia divina.
Durante Yom Kipur, el día más sagrado del calendario judío, los fieles usan calzado simple de tela para presentarse con humildad ante Dios y pedir perdón. De manera similar, durante los primeros siete días de duelo y en Tishá Beav, cuando se recuerda la destrucción de Jerusalén y el Templo, no se usan zapatos de piel. Este gesto simboliza la humildad y la vulnerabilidad en momentos de dolor y reflexión espiritual.
En Josué 5:15, el ángel del Señor le da a Josué la misma instrucción de quitarse los zapatos, indicando que el lugar donde está es santo. Este acto conecta a Josué con la experiencia de Moisés, subrayando la continuidad de la presencia divina y la santidad del lugar. Quitar los zapatos en ambos casos es un reconocimiento de la santidad del momento y el espacio, y una demostración de humildad y sumisión ante Dios.
Es interesante notar que Dios realizó el primer sacrificio de un animal para vestir a Adán y Eva con pieles después de su pecado. Esto sugiere que la vestimenta de piel de animal tiene un simbolismo profundo. Sin embargo, hay una diferencia significativa entre la vestimenta y el calzado. Mientras que la vestimenta cubre el cuerpo y puede simbolizar la dignidad y la protección, el calzado específicamente separa los pies del contacto directo con la tierra. En la narrativa bíblica, quitarse el calzado puede simbolizar una vuelta a un estado de pureza y conexión directa con la santidad del suelo en el que se está.