LA SEPARACIÓN ESPIRITUAL DE UN GUERRERO
LA SEPARACIÓN ESPIRITUAL DE UN GUERRERO
LA SEPARACIÓN ESPIRITUAL DE UN GUERRERO
La Santificación:
Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo, la santificación significa en un sentido inicial: separación, puesto aparte para Dios (véase, por ejemplo: 1Crónicas 23:13 ; mi 1:5). Eso sugiere un desapego a la vida ordinaria a fin de que el creyente pertenezca a Dios para servir y satisfacerle. En contraste con el vocablo “santificación” tenemos el de “profanación”.
La santificación primeramente se relaciona con el acto por el cual Dios pone aparte para sí mismo, y de una vez para siempre, a un creyente en el momento de su conversión. Es un hecho de naturaleza absoluta. Cada creyente es así separado para Dios. Es la santificación de “posición o posicional”
En un segundo sentido, la santificación concierne al proceso por el cual un creyente es hecho de manera “práctica o experimental” cada vez más puro y separado del mal en su comportamiento, él se pone aparte para Dios: es la santificación “práctica o experimental” su naturaleza es espiritual, pero es vivida por el creyente en los detalles concretos de la vida.
Nuestra vida cristiana empieza por la santificación de posición, conferida por medio de una acción divina. Seguidamente, debemos buscar una “santificación práctica o experimental” que nos sea consecuente con esta posición. La primera es para nosotros únicamente una cuestión de fe, mientras que la segunda está relacionada con nuestro comportamiento diario para la santificación, como para muchas bendiciones cristianas la fe debe preceder a la experiencia. Todo se deforma y pierde su valor en el terreno de la santificación si no mantenemos firmes ese principio.
Cultivando una vida de santidad aún en lo secreto
“Sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.”1 Pedro 1:15-16.
“…el que es santo, santifíquese todavía.” Apocalipsis 22:11.
Al comenzar el día, antes de hacer cualquier otra cosa, le busco primero a él, “en mi lugar secreto”, busco el rostro del Señor.
“Yo amo a los que me aman,
Y me hallan los que temprano me buscan.” Proverbios 8:17.
“Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.” Mateo 6:6. [Palabras de Jesús].
Una vez arrodillado ante la Presencia del Señor, le pido al Espíritu Santo que me ayude en mi debilidad a orar y así pedir como conviene.
“Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.” Romanos 8:26.
Confieso todos mis pecados
“Pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír.” Isaías 59:2.
“El que encubre sus pecados no prosperará;
Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.” Proverbios 28:13.
“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” 1 Juan 1:9.
Basándome en la obra redentora realizada por Jesucristo en la Cruz del Calvario, me dirijo en oración al Padre en una actitud humilde y genuina de arrepentimiento, para confesarle de forma sincera todas mis faltas, mis desaciertos, tanto en palabras como en pensamientos, le pido perdón por todas mis malas acciones, los intentos malos de mi corazón, pecados de omisión, incluyendo todos aquellos que cometí contra él y contra su Palabra sin darme cuenta y que no logro recordar en este momento.
[Pecados de ignorancia] Hebreos 9:27.
“¿Quién podrá entender sus propios errores?
Líbrame de los que me son ocultos.” Salmos 19:12
Luego procedo a entregarle toda mi Adoración, en una actitud de reverencia y sumisión, me rindo a él completamente, (postrado ante su Presencia), comienzo a Alabarle. Lo exaltó por sus atributos: Su gracia, su amor, su santidad, su poder, etc.
“Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre.” Hebreos 13:15.
También lo alabamos citando las Escrituras:
“Exalten a Dios con sus gargantas,
Y espadas de dos filos en sus manos.”
Salmos 149:6.
Y con Cánticos:
“La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales.” Colosenses 3:16.
Le cuento Todo: hablo con él sincera y francamente sobre todas mis dificultades, mis debilidades, mis aflicciones, mis problemas, mis congojas, mis inquietudes, mis tribulaciones, mis pruebas, incluso de mis logros, mis sueños y mis metas. [Después de todo él es mi Padre].
“Mas vé a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre,
a mi Dios y a vuestro Dios.”
Juan 20:17.
“Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará;
No dejará para siempre caído al justo.”
Salmos 55:22.
Le pido, que no me meta – que no me dejé caer en tentación, es decir, que me libre de todo mal, del maligno, del reino de las tinieblas, del diablo y Satanás y de sus demonios, también de los hombres violentos, sanguinarios e impíos. Y que me proteja del “mundo caído”
“Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece.
Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra.”
Juan 15:18-20.
“Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.” Juan 17:14-17.
Le hago todas mis peticiones y le pido que se haga Su voluntad, y con acción de gracias, en el nombre de Jesús
“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.”
Filipenses 4:6.
“Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.” Colosenses 3:17.
Nota: En mi lugar secreto, me dirijo al Padre, siempre en el nombre de Jesús no basándome en mi propia justicia, sino en la justicia que es en él (Cristo), por medio de la fe.
“Y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe.” Filipenses 3:9.
Esto debo hacerlo diariamente, al menos unas tres veces al día, pero ojo sin entrar en una actitud de religiosidad ni de legalismo, sino con temor y temblor ante su Presencia.
“Cuando el profeta Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes.” Daniel 6:10.
“Entonces respondieron y dijeron delante del rey: Daniel, que es de los hijos de los cautivos de Judá, no te respeta a ti, oh rey, ni acata el edicto que confirmaste, sino que tres veces al día hace su petición.” Daniel 6:13.
“Y acontecía que habiendo pasado en turno los días del convite, Job enviaba y los santificaba, y se levantaba de mañana y ofrecía holocaustos conforme al número de todos ellos. Porque decía Job: Quizá habrán pecado mis hijos, y habrán blasfemado contra Dios en sus corazones. De esta manera hacía todos los días.” Job 1:5.
[Esto es necesario hacer, sin dejar de hacer lo otro].
“No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.” Hebreos 10:25.
A esto se le llama “Relación” y no “religión”, en esto me revisto de Autoridad.
La Santidad nos reviste de Autoridad
¡Ahora estoy listo para entrar en Guerra Espiritual!