El canon del nuevo testamento
El canon del nuevo testamento
El canon del nuevo testamento
De Regreso A Las Fuentes I Muchos sugieren que el canon del Nuevo Testamento no existió hasta una votación arbitraria de la iglesia en el siglo cuarto o quinto y que “Constantino lo creó con fines políticos en el Concilio de Nicea en el 325 d. C.” Sin embargo, encontramos que la iglesia afirmó la mayoría de los libros del Nuevo Testamento en las primeras etapas del cristianismo. Podríamos llamar a estos libros el núcleo canónico. Luego, a medida que pasaba el tiempo, la iglesia, así mismo, afirmó los libros del canon. Para demostrar esto, quiero destacar algunas de las primeras listas canónicas de los primeros siglos:
IRENEO (180 d. C.)
Mientras que los primeros padres de la iglesia citan los libros del Nuevo Testamento como Escritura, nuestra primera lista clara de cánones proviene del obispo de Lyon, Ireneo. Si bien no incluye los veintisiete libros, Ireneo nos da la mayor parte del Nuevo Testamento. Su canon incluye: Mateo, Marcos, Lucas, Juan, Hechos, Romanos, 1 y 2 de Corintios, Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, 1 y 2 de Tesalonicenses, 1 y 2 de Timoteo, Tito, Hebreos, Santiago, 1 Pedro, 1 y 2 de Juan y Apocalipsis.
Si bien la lista de Ireneo excluye cuatro libros del Nuevo Testamento (Filemón, 2 Pedro, 3 Juan y Judas), su lista es impresionante. Él es claro en los Evangelios, como lo demuestra su cita famosa: “No es posible que los evangelios puedan ser más o menos que el número que son. Porque, dado que hay cuatro zonas del mundo en las que vivimos y cuatro vientos principales”. Además, su lista contiene todo el corpus paulino (menos Filemón), Apocalipsis y aproximadamente la mitad de las epístolas generales más cortas.
FRAGMENTO MURATORI (180 d. C.)
Llamada así por su descubridor, Ludovico Antonio Muratori, esta lista canónica que data de la última parte del siglo II también confirma un grupo central de libros canónicos. La lista incluye: Mateo, Marcos, Lucas, Juan, Hechos, Romanos, 1 y 2 de Corintios, Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, 1 y 2 de Tesalonicenses, 1 y 2 de Timoteo, Tito, Filemón, 1 y 2 de Juan, Judas y Apocalipsis.
Observe la similitud con la lista de Ireneo. Ambos incluyen los cuatro Evangelios, Hechos y todo el corpus paulino. También incluye 1 y 2 Juan y Apocalipsis.
Vale la pena señalar que el Canon Muratoriano incluye el Apocalipsis de Pedro, pero con la advertencia, “aunque algunos de nosotros no estamos dispuestos a leer este último en la iglesia”. Además, el fragmento rechaza al Pastor de Hermas porque fue escrito “bastante recientemente, en nuestros propios tiempos” y, por lo tanto, no está respaldado por la autoridad apostólica.
Hay una observación importante aquí. Tanto Ireneo como el Fragmento Muratori indican que la iglesia primitiva estuvo de acuerdo con el canon central del Nuevo Testamento. Y con ese acuerdo central llegó una teología establecida.
Piénsalo. Casi toda la teología cristiana se puede establecer usando los cuatro Evangelios, Hechos, las cartas de Pablo, 1 Juan y Apocalipsis. No para minimizar la importancia de libros como 3 Juan o Judas, pero la teología cristiana no está en juego sin ellos. Esta lista canónica, entonces, debería darnos la confianza de que la iglesia primitiva estuvo de acuerdo con las doctrinas cristianas clave (Trinidad, creación, caída, salvación solo a través de Cristo, deidad de Cristo, etc.).
EUSEBIO (320 d. C.)
Conocido por escribir la primera historia de la iglesia, Eusebio nos da una lista canónica reconocida por la iglesia. Lo interesante de su lista es que la divide en cuatro categorías distintas: a) Los libros reconocidos cuya lista incluye los libros universalmente recibidos por la iglesia: Mateo, Marcos, Lucas, Juan, Hechos, Romanos, 1 y 2 de Corintios, Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, 1 y 2 de Tesalonicenses, 1 y 2 de Timoteo, Tito, Filemón, Hebreos, 1 Pedro, 1 Juan y Apocalipsis; b) Libros en disputa: Santiago, 2 Pedro, 2 y 3 de Juan y Judas. Si bien Eusebio incluyó estos libros en su lista en disputa, hace una declaración importante sobre su validez. Él escribe que estos libros “están en disputa pero que la mayoría conoce”. En otras palabras, Eusebio indica que la mayoría consideraba estos libros como canónicos, incluso si algunos eran dudosos. Lo que encontramos aquí, entonces, es el canon completo del Nuevo Testamento cuando combina tanto los libros reconocidos como los disputados. Los libros reconocidos son esencialmente el mismo núcleo canónico del siglo II, más los libros en disputa que más se reconocen como canónicos; c) Libros espurios: Estos libros fueron aquellos que los primeros cristianos encontraron útiles, pero no canónicos como Hechos de Pablo, Pastor de Hermas, Apocalipsis de Pedro, Epístola de Bernabé, Didache y el Evangelio de Hebreos. Estos libros habrían sido considerados ortodoxos en su teología (al igual que un libro moderno de un escritor cristiano ortodoxo), pero no estaban respaldados por la autoridad apostólica y, por lo tanto, no eran canónicos. d) Libros heréticos: Estos libros fueron universalmente rechazados por la iglesia primitiva como el Evangelio de Pedro, Evangelio de Tomás, Hechos de Andrés, Hechos de Juan y el Evangelio de Matías.
Eusebio llega tan lejos como para argumentar que estos libros “no deberían considerarse ni siquiera entre los libros espurios, sino descartarse como impíos y absurdos”.
Como ves, ya existía un núcleo canónico antes de que “Constantino lo creara con fines políticos en el 325 d. C.” Por supuesto el canon va mucho más allá y es confirmado este núcleo, no sólo en el Concilio de Nicea donde “Constantino los creó con fines políticos”. Siguiendo a Eusebio, Atanasio nos da nuestro preciso Nuevo Testamento de veintisiete libros en su Carta festiva (367 d. C.). Además, los Sínodos regionales de la iglesia en Hippo (393 d. C.) y Cartago (397 d. C.) afirman el canon del Nuevo Testamento de veintisiete libros.
Fuentes:
Michael Kruger, The Canon Revisited, 228.
Irenaeus, Against Heresies, 3.11.8.
Muratorian Fragment, Line 72.
Muratorian Fragment, Line 74, 80.
Eusebius, Church History, 3:25.
Eusebius, Church History, 3.25.
Eusebius, Church History, 3:25.