La santificacion 3
La santificacion 3
C. Los medios de santificación.
1. Por causa de su infinita santidad Dios mismo —Padre, Hijo y Espíritu—es eternamente santificado. Él está puesto aparte y separado de todo pecado. Él es santo. El Espíritu es llamado Espíritu Santo. Él es santificado.
Lv. 21:8 Le santificarás, por tanto, pues el pan de tu Dios ofrece; santo será para ti, porque santo soy yo Jehová que os santifico.
Jn. 17:19 Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.
2. Dios —Padre, Hijo y Espíritu— santifica a otras personas.
a) El Padre santifica.
1Ts. 5:23 Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.
b) El Hijo santifica.
Ef. 5:26 para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra,
He. 2:11 Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos,
He. 9:12, 14 y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención. ¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?
He. 13:12 Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta.
c) El Espíritu santifica.
Ro. 15:16 para ser ministro de Jesucristo a los gentiles, ministrando el evangelio de Dios, para que los gentiles le sean ofrenda agradable, santificada por el Espíritu Santo.
2Ts. 2:13 Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad,
d) Dios el Padre santificó al Hijo.
Jn. 10:36 ¿al que el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tú blasfemas, porque dije: Hijo de Dios soy?
e) Dios santifico a los sacerdotes y al pueblo de Israel.
Ex. 29:44 Y santificaré el tabernáculo de reunión y el altar; santificaré asimismo a Aarón y a sus hijos, para que sean mis sacerdotes.
Ex. 31:13 Tú hablarás a los hijos de Israel, diciendo: En verdad vosotros guardaréis mis días de reposo; porque es señal entre mí y vosotros por vuestras generaciones, para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico.
f) La voluntad de Dios es nuestra santificación.
1Ts. 4:3 pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación;
g) Nuestra santificación de parte de Dios se efectúa: por medio de nuestra unión con Cristo.
1Co. 1:2, 30 a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro:
Por la Palabra de Dios.
Jn. 17:17 Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.
1Ti. 4:5 porque por la palabra de Dios y por la oración es santificado.
Por la sangre de Cristo.
He. 9:13 Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne,
He. 13:12 Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta.
Por el cuerpo de Cristo.
He. 10:10 En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre.
Por el Espíritu.
1P. 1:2 elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas.
Por nuestra propia elección.
He. 12:14 Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.
2Ti. 2:21-22 Así que, si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra. Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor.
Por la fe.
Hch. 26:18 para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados.
3. Dios santifica días, lugares y cosas.
Gn. 2:3 Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación.
Ex. 29:43 Allí me reuniré con los hijos de Israel; y el lugar será santificado con mi gloria.
4. El hombre puede santificar a Dios. Esto puede hacerlo al poner a Dios aparte en el pensamiento como un Ser santo. Santificado sea tu nombre.
Mt. 6:9 Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.
Sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones.
1P. 3:15 sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros;
5. El hombre puede santificarse a sí mismo. Muchas veces Dios llamó a los israelitas a que se santificaran a sí mismos. Él nos exhorta: «Sed santos porque yo soy santo.» También: «Así que, si alguno se limpia de estas cosas [vasos de deshonra e iniquidad], será instrumento para honra, santificado, útil al Señor» (2 Ti. 2:21). El auto santificación se puede realizar solamente por los medios divinamente provistos. Los cristianos son exhortados a presentar sus cuerpos como un sacrificio vivo, santo y agradable a Dios.
Ro. 12:1 Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.
Se les exhorta a salir de en medio de los hombres y apartarse de ellos.
2Co. 6:17 Por lo cual,
Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor,
Y no toquéis lo inmundo;
Y yo os recibiré,
Teniendo estas promesas, ellos deben limpiarse «de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios» (2Co. 7:1). «Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne» (Ga. 5:16).
6. El hombre puede santificar a personas y cosas. «Porque el marido incrédulo es santificado en la mujer, y la mujer incrédula en el marido; pues de otra manera vuestros hijos serian inmundos, mientras que ahora son santos (santificados)» (1Co. 7:14). Moisés santificó al pueblo (Ex. 19:14). «Y santificaron la casa de Jehová» (2Cr. 29:17).
7. Una cosa puede santificar a otra. «Porque ¿cuál es mayor, el oro, o el templo que santifica al oro?» « ¿Cuál es mayor, la ofrenda, o el altar que santifica la ofrenda?» (Mt. 23:17, 19).
En esta limitada consideración de las Escrituras sobre el tema de la santificación y la santidad se hace evidente que el significado de la palabra es separar con un propósito santo. Lo que es puesto aparte no siempre es purificado. A veces, lo que es separado puede participar del carácter de santidad, y en otras ocasiones esto es imposible, como cuando se trata de cosas inanimadas. Sin embargo, una cosa que en sí misma no puede ser santa ni tampoco no santa, es tan santificada cuando Dios la separa como lo es una persona cuyo carácter moral puede ser transformado. También es evidente que, cuando estas cualidades morales existen, la limpieza y purificación son requeridas, aunque no siempre (1 Co.7:14).