DEVOCIONAL 1 DE AGOSTO

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DEVOCIONAL 1 DE AGOSTO

  • 1 de Agosto

El pecado llegue a ser en extremo pecaminoso.

Rom 7:13, LBLA

De la pluma de Charles Spurgeon:

Cuidado con hacer caso omiso del pecado o considerarlo con ligereza. Cuando recién nos convertimos, nuestra conciencia es tan tierna que tememos pasar por alto el mínimo pecado. Los recién convertidos experimentan una timidez santa o un temor piadoso de posible ofensa al Señor. Lamentablemente, el delicado retoño de este fruto maduro enseguida cae por culpa del trato brusco del mundo circundante; la nueva y tierna plantita de verdadera devoción enseguida se convierte en una fácilmente influenciable.

Sí, es una triste verdad pero hasta el cristiano más maduro llega gradualmente a desarrollar callosidades y el pecado, que una vez lo alarmó, ya no le molesta en lo más mínimo. Poco a poco nos vamos familiarizando con el pecado hasta llegar a ser como aquel que ha estado expuesto a las explosiones del cañón durante tanto tiempo que ya no percibe los sonidos suaves. Al principio, hasta el más leve pecado nos sobresalta, pero enseguida decimos: «Bueno, este es uno pequeño.» Luego, se nos presenta un pecado más grande, seguido de otro, hasta que vamos poco a poco pensando que solo son problemas menores. Enseguida este pensamiento inunda nuestra mente con un pensamiento no santo: «Bueno… hemos tropezado un poco y caído en algunos pecadillos, pero mayormente tratamos de ser rectos. Podremos haber pronunciado una palabra pecaminosa, pero la mayor parte de nuestra conversación ha sido coherente con la de un cristiano». Enseguida empezamos a disminuir la importancia de nuestro pecado, lo cubrimos con un manto que lo disimule y le damos nombres simpáticos e ingeniosos.

Querido cristiano, cuidado con tomar el pecado tan a la ligera. «El que piensa estar firme, mire que no caiga» poco a poco (ver 1Co 10:12, RVR 1960). ¿Pecado? ¿Poca cosa? ¿No es un veneno? ¿Quién conoce su efecto mortífero? ¿Pecado? ¿Insignificante? ¿No son incluso las «zorras pequeñas» las que «arruinan nuestros viñedos» (Cnt 2:15)? ¿No sabes que el pequeño coral puede crecer hasta transformarse en una roca capaz de hundir una flotilla? ¿No son los pequeños pero persistentes golpes los que al final pueden hacer caer al gran roble? ¿No es el lento pero constante goteo del agua el que termina por erosionar piedras enormes?

¿Pecado? ¿Insignificante? ¡Coronó la cabeza del Redentor con espinas y traspasó su corazón! Fue la verdadera razón por la que sufrió angustia, congoja y aflicción. Si pudieras medir hasta el mínimo pecado a escala de la eternidad, huirías de él como si fuera una serpiente y aborrecerías el mínimo indicio del mal.

Presta atención a todos y a cada uno de los pecados que en realidad crucificaron a tu Salvador, y los verás como en «extremo pecaminosos».

De la pluma de Jim Reimann:

A nadie le gusta ruborizarse, pero si nada te produce eso, puedes haber cauterizado tu conciencia pensando con liviandad en tus «pecadillos». Jeremías advirtió a los de su época diciendo: «Tienes el descaro de una prostituta; ¡no conoces la vergüenza!» (Jer 3:3). Más tarde, dio este mensaje de parte de Jehová: «¿Acaso se han avergonzado de la abominación que han cometido? ¡No, no se han avergonzado de nada, ni saben siquiera lo que es la vergüenza! Por eso, caerán con los que caigan; cuando los castigue, serán derribados» (Jer 6:15).

En vez de volvernos duros y fríos, que volvamos a aprender a ruborizarnos. Que nuestra oración de hoy sea como la de Esdras:

«Dios mío, estoy confundido y siento vergüenza de levantar el rostro hacia ti, porque nuestras maldades se han amontonado hasta cubrirnos por completo; nuestra culpa ha llegado hasta el cielo» (Esd 9:6).

DEVOCIONALES DE CHARLES SPURGEON

VUELVAN A MÍ – JIM REIMANN

Bernabe Pregunta respondida 4 de agosto de 2024
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